Escrito por: César Zumárraga
El 5 de junio de 2024 se firmó el Contrato de Explotación Minero (CEM) de Cascabel, posiblemente el contrato más importante de los últimos veinte años y, tal vez, el más importante que se ha suscrito en Ecuador en cualquier industria.
Este contrato representa una inversión de capital de $4,2 mil millones, con una proyección de operación de 33 años; sin embargo, el estudio de prefactibilidad en qué basa esta proyección solo considera el 18% del recurso mineral; lo que sugiere que se trata de un proyecto multigeneracional de 75 o quizá 100 años. Es decir, un proyecto sin precedentes en Ecuador.
SolGold, empresa titular del proyecto de origen australiano, planifica que el método de minado será subterráneo usando la técnica conocida como «block caving» o minado por gravedad que supone una rampa de acceso de al menos 400 metros de profundidad que provocará el colapso subterráneo de las estructuras de material de cotas más altas, lo que permitirá la extracción de mineral desde los niveles inferiores hacia arriba. Esta es una técnica innovadora que pocas empresas en el mundo pueden desarrollar y la mayoría de ellas, australianas.
Recordemos que por disposición constitucional (Art. 408) el Estado participa en beneficios equivalentes o mayores a los que recibe el inversionista y los números de recaudación en este proyecto son inéditos. En el flujo de 33 años de operación (28 descontando los años de construcción), se calcula un aporte en impuestos de $ 6,7 mil millones de los cuáles $ 1,6 mil millones son regalías que, como se establece en la Ley de Minería, el 60% será destinado directamente a las comunidades de influencia del proyecto. Sobre las regalías el CEM prevé un tasa variable y progresiva entre el 3% al 8% dependiendo del tipo de mineral y del precio en el mercado.
La cuantiosa inversión presenta oportunidades extraordinarias para el país, pero de manera especial para las provincias de Imbabura, Carchi y Esmeraldas. En el pico de construcción el proyecto demandará 2.500 plazas de trabajo, sin contar con todo el empleo indirecto del encadenamiento productivo que la mina demandará en las próximas décadas.
Sobre los principios de responsabilidad ambiental y corporativa el CEM asegura al Ecuador los estándares internacionales más reconocidos en la industria. Cascabel es el primer contrato de explotación que se acoge voluntariamente a la Iniciativa para la Transparencia de las Industrias Extractivas (EITI por sus siglas en inglés) que se basa en un modelo que reúne a gobiernos, sociedad civil y empresas del sector extractivo de petróleo, gas y minería. Este estándar proporciona un marco regulatorio y una iniciativa para el fortalecimiento de la gobernanza transparente y rendición de cuentas en los sectores extractivos.
Además, el CEM incluye un anexo específico con un listado de políticas y estándares internacionales que recogen principios voluntarios de buenas prácticas de cuidado al medioambiente; lo que se alinea con la decisión corporativa de «Net Zero» por el cual la empresa pretende llegar al punto de cero emisiones de carbono, con un plan de energías limpias y renovables para su operación. La sola iniciativa voluntaria de reducción progresiva de emisiones de carbono provocará emprendimientos privados de generación de energía limpia de alta importancia frente a las necesidades energéticas que tiene el Ecuador.
El CEM también desarrolla toda la fase de cierre de mina, imponiendo al operador un Plan de Cierre con sus respectivas garantías ambientales, a lo que se añaden varios estándares internacionales que aplican en esta materia en países en los que predomina la minería responsable como Canadá, Australia o Noruega. El Ecuador asegura la responsabilidad del operador para el cierre y remediación de la mina.
Además, el CEM recoge una serie de principios y derechos que permitirán que el proyecto sea atractivo en los mercados financieros internacionales. Nota relevante se lleva la autonomía del inversionista para sus decisiones de negocio lo que resulta imprescindible para que el operador opte libremente por el diseño técnico, capacidad, montos de inversión o modelo de minado que se use. Este principio es razonable y necesario ya que 100% del riesgo técnico y financiero del proyecto corresponde al operador. El proyecto no implica aporte alguno por parte del Estado ecuatoriano ni garantía soberana o figura similar a favor del inversionista.
El CEM incluye un listado completo y equitativo de derechos para el inversionista, capacidad de otorgar garantías para el proyecto de financiamiento y una cláusula de arbitraje internacional con reglas de la International Chambers of Commerce ICC y sede en Santiago de Chile.
Estamos frente a un depósito considerado de primer nivel, de aquellos que se encuentran una vez cada diez años en el mundo y que estará entre los 7 proyectos que contribuyen con más de la mitad de la producción de cobre del planeta. La importancia de contar con una mina como Cascabel no solo es económica y de desarrollo, sino por la relevancia geopolítica del Ecuador como uno de los productores mundiales de cobre.
Como dice el señor Scott Cadwell, CEO de SolGold, en la nota de prensa de 16 de febrero de 2024, «Cascabel no es sólo un proyecto minero; es una promesa de minería responsable, con un valor duradero para todas las partes interesadas y un legado sostenible para el planeta».
Cuando en las oficinas de mi despacho profesional, el 23 de marzo de 2011, se firmaba la transferencia del 100% de acciones de Santa Bárbara Copper & Gold S.A., ninguna de las partes -ni los vendedores, ni los compradores- se imaginaban que dicha transacción incluía el activo minero más importante de la historia del Ecuador: Cascabel.
Han pasado casi catorce años desde que acudí a la inauguración de la primera plataforma de perforación en Alpala y el camino recorrido ha sido emocionante y fructífero. Cascabel es una historia de innovación, colaboración y una visión de un mañana más verde y próspero para el Ecuador.